“La historia económica mundial representa un record extenso de políticas gubernamentales que han fracasado debido a que han sido diseñadas con total indiferencia hacia las leyes de la economía” – Ludwig von Mises
Uno de los temas que se discuten comumente por ciudadanos y la clase política para justificar internvención estatal es la del fenómeno de los monopolios. Se dice, según la version popular, que los precios en el mercado deben ser libres, al menos que aparezcan “situaciones de excepción” donde los precios deben controlarse, como es el caso de los monopolios. Es importante aclarar, primero que todo, que toda acción humana es única, por más que en alguna circustancia se repita, y en el universo, no hay dos cosas iguales. Por lo tanto, no es descabellado decir que el fenómeno del monopolio está presente en todo lo que existe.
El problema del monopolio, entonces, es un problema a analizar detalladamente de acuerdo a como ocurre dicho fenómeno. Primero que todo, es imprescindible distinguir entre monopolio natural y monopolio artificial. El monopolista natural, es aquel que resulta en el libre mercado debido a que éste ofrece bienes y servicios al consumidor de la mejor forma posible, y a su vez no hay nadie que pueda competir contra el, dado a que el monopolista natural, satisfáce las necesidades de los consumidores mejor que cualquier alternativa en el mercado. Este tipo de monopolio natural carece de proteccionismo, subsidios y demás privilegios estatales, por lo tanto no distorsiona los precios del mercado y contribuye al bienestar de los individuos en una sociedad libre. Un ejemplo claro del monopolio natural que ocurre en el libre mercado es cuando un doctor desarrolla una técnica novedosa contra la cura de alguna enfermedad mortal, o el caso de un innovador que desarrolla un nuevo tipo de técnología móvil. Lo importante del monopolio natural, es que si dicho monopolio resulta positivo para la sociedad, entonces surgirá un deseo por emplear recursos hacia el área por el cual se encuentra el monopolio natural, lo cual creará competencia y acabara con el monopolio natural. Esto lo podemos ver en infinidad de casos, como por ejemplo en los servicios de comunicación y tecnología móvil, como ocurriese con empresas como Apple, Android, HTC, Microsoft, etc.. El progreso de la sociedad depende de este tipo de monopolio natural innovador que mejora el bienestar de los consumidores y que propicia un aliciente hacia la empresarialidad.
El caso contrario ocurre en el llamado monopolio artificial, que es aquel que surge como consecuencia de políticas gubernamentales nefastas como son el proteccionismo, subsidios y privilegios a específicas compañías o industrias. El monopolio artificial es sumamente dañino para la sociedad libre, ya que vive a expensas del consumidor, ya que puede ofrecer bienes y servicios a precios mucho más altos que lo cual determinaría el mercado, debido a los privilegios, subsidios y demás marañas regulatorias que distorsionan el libre mercado, y que resultan en desgracias para el consumidor. Lo peor del caso es que el monopolio artificial ocasiona la malasignación de recursos que como es de saber, son escasos cuando las necesidades de los individuos son infinitas.
Al observar detalladamente lo que ocurre en el mercado y en las transacciones del diario vivir, notaremos que es muy difícil por no decir imposible encontrar situaciones de monopolio natural que duren por largos períodos. Sin embargo, si es posible y a menudo se da la situación de un monopolio artificial creado por privilegios estatales. La palabra “privilegio” que proviene del latín “privilegium”, o “ley privada”, nos indica la naturaleza del problema; que no es otro que la aplicación de leyes favorables por parte de los aparatos estatales a favor de un sector, facción o grupo económico en particular. Ejemplos tenemos cuando el estado otorga reducción de tasas impositivas a mal llamados “emprendedores” que vienen siendo aliados del poder estatal, o a sectores como el agrícola o energético en detrimento de la competencia o de una empresa que no esté allegada al leviatán que tanto daño hace en corroer las libertades civiles de los individuos.
Los hacedores de políticas públicas (léase estatales) deben analizar con sumo detalle sus propuestas políticas y económicas con respecto al alto costo de la vida y los monopolios mucho antes de ser implementadas, no vaya a ser que por afán de buenas intenciones como es el caso con frecuencia, se distorsione aún más el mercado y en vez de mejorar la situación se impongan políticas nefastas como son los precios máximos, limitar el margen de ganancias, que a largo plazo ofrecen resultados adversos a lo que inicialmente se pretendía lograr, usualmente empeorando aún más la situación económica de los individuos en la sociedad.
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